Un nuevo cotejo se ha librado sobre el mancillado verde de Ocampo. Testigo de todo tipo de fenómenos paranormales (léase “para anormales”) manos negras, amores, desamores, gambetas, palomitas, caños y travesaños, Ocampo esta vez fue testigo involuntario de la más sofisticada y extrema magia negra boliviana en el marco de un sacro santo día del progenitor de sexo femenino.
El encuentro arrancó parejo y así se mantuvo al menos los primeros dos minutos. A partir de ahí, todo fue para La Orange que manejó el partido a gusto y piacere. La diferencia de gol no se reflejó en la performance de los equipos, si en la cancha. De un lado un equipo ordenado y equilibrado (la Orange) del otro un equipo desparejo y con menos culo que los Kennedy (azul y blanca). Azul y Blanca intentó dar vuelta con corazón lo que sólo la magia podía, anulando el gualicho realizado por encargo con premeditación y alevosía sobre su casaca (y quien la portase) por parte de algún integrante de la orange. Arqueros de calidad y trayectoria innegable convertidos en peleles atrapa balones de playa, defensores aguerridos sodomizados por un niño de apenas 14 años, temerarios delanteros desorientados con los ojitos llenos de llamados a sus mamis.
Fue justo el triunfo de la orange, la humillación de Azul y blanca no.
Calificación:
Azul y blanca
Marcelo:
Des-co-no-ci-do. Un arquero siempre sólido, consistente, valiente. De manos de hierro y corazón templado. Qué pachooooooo? Las pelotas le pasaban entre las manos como si le pateasen canicas, las que iban a las manos le doblaban las muñecas, salió atolondradamente y pasó la pelota con serias manifestaciones de daltonismo. Una tarde para el olvido. Esperamos de corazón desde la redacción de este informe que a la vuelta haya encontrado su casa. 4 (y gracias)
Calo:
El crecimiento de este jugador es más que notable. Su trabajo es sólido y ha desarrollado un instinto especial para estar siempre bien parado en la cancha, saber por donde va a venir la jugada, anticiparse al atacante y proyectarse a los espacios para generar juego de ataque. Sólo tiene una deuda pendiente, pegarle a la pelota. Por lo demás, intachable. 5 (a cobrar)
Martín:
Desparejo. En una misma jugada se perdía y se encontraba a sí mismo. Se lo vio más preocupado por encontrar la relación entre la nariz y el culo que por generar situaciones claras. No perdió de vista el arco ni un solo instante (ni a charly, no sé por qué). Abusó del pelotazo a alguien que suele estar parado donde él tira el pelotazo y se fue a su casa como si no hubiese pasado nada. 6
Charly:
Se paró un poco más en el medio de la cancha y curiosamente fue algo más rápido que de costumbre, las imágenes a cámara lenta del partido así lo certifican. Es un jugador de otro planeta, con una gravedad seguramente distinta a la del nuestro. Pateó a los palos con demasiada insistencia y se llevó uno de recuerdo en el orto. Definitivamente jugó otro partido pero no sabemos cuál. 5,57
Nono.
Le puso más garra que cabeza. Empujó a su equipo mostrándoles el camino, ayudándolos a salir del caos y convertirlos en lo más parecido a un equipo de internos de psiquiátrico. Atacó sin descanso contra el arco orange sin demasiada puntería ni éxito. Contrariado, abría los ojos desesperado mientras se preguntaba si los tipos de azul jugaban a lo mismo que él, incluso, si jugaban con él.
Se fue fastidiado y sin respuestas con los brazos en alto saludando a su público. 6,59 (el kilo)
Orange
Nando.
Un coloso bajo los tres palos. Enorme, gigante el Edmundo Rivero del arco. Un agresivo cancerbero que sólo mostró su lado más humano cuando quiso salir jugando con los pies (creo que son pies). Se notó mucho el trabajo físico de la semana, sobre todo en la zona de glúteos. 8 (hasta en el puntaje tenés orto la rep…)
Sergio
Serio. Aplomado. Menos belicoso que en el último enfrentamiento. Jugó concentrado y distante, como con un nudo en la garganta o un alfajor de maicena atorado en el pecho. Sereno, casi reflexivo, ayudó más a la derrota de la azul y blanca que a la victoria de su equipo (upa!). Bien. 6
Diego
Al fin maduró como jugador!!! Decidió hablar menos y jugar más, dejar el tercer pote de helado del mediodía para la noche y no cagar a patadas a nadie´s. Los resultados fueron más que evidentes. Defendió correctamente (tampoco e-e-eeeeeee) y se lanzó al ataque con velocidad y decisión de vikingo en celo sobre un cabritillo virgen. A pesar de todo, se agrandó y subestimó a un rival que creyó cuasi paralítico, abusando de caños, taquitos y lujos que, sin lugar a dudas, empobrecieron su labor. 5,12 (a llorar a la igleshia)
Ale.
Goleador de raza. Impuso su potencia por sobre cualquier otra virtud. No podemos calificar su trabajo ya que cualquier cosa que pateaba más o menos al arco entraba. Fue como un día de pic nic donde las hormigas te cocinan. De locos. 6 (así cualquiera)
Boli.
Desde el inicio del cotejo se tiró a un costadito poniendo cara de yo no fui. La única marca que tenía era la mirada de reojo y a la distancia de “Triple hoja” Calderón interpretando que se marcaba solo. Terminó arrastrando la marca de tres jugadores mientras el resto se hacía un festín frente a un Marcelo desconocido (habrá llegado a su casa? Realmente estoy preocupado). Apabullante. Caños, gambetas, pisaditas, pases milimétricos al vacío, centros perfectos, goles para el recuerdo. No vengas más nene!! 8 (si te alcanzo, te abrocho).
El domingo se fue habiendo cumplido con el legado de dejar sangre, sudor y lágrimas en la cancha y volver con las piernitas sanas como le prometimos a mamá. Quedó poco y nada para la memoria. Una fecha sin sobresaltos ni discusiones, un partido casi amistoso. Un sencillo homenaje a la mejora de los lesionados (Ale Q, Bocha) y a la pronta recuperación de Ireneo de su adicción al Malbec.
Desde la redacción de Olé-me-el-or-to, informó Cha-ly para toda la comunidad de habla hispana.
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