Queridos amigos, compañeros de juego y también, por qué no, Ale Quiroga:
Ante las reiteradas preguntas acerca de las razones de mi ausencia, y queriendo retribuir las merecidas muestras de cariño que recibí últimamente, quiero dar una explicación lo más franca posible de mi alejamiento de las canchas.
El 20 de enero del 2009 fue un durísimo día para la historia contemporánea. Aunque no lo reconozca Clarín (medio por el que empiezo a sentir menos desprecio desde que fue atacado por nuestro ex presidente en funciones), fue el final de la mejor presidencia norteamericana del milenio. W. se iba, Obama llegaba, y algo en mí se quebraba.
Busqué consuelo releyendo las páginas de la GRAN Oriana Fallacci, páginas que reconfortaban mi espíritu en esa hora de prueba pero, como en mi adolescencia, volví a sentirme un "árbol seco”.
Esto empezó a repercutir de manera lapidaria en mi nivel de juego. Todo se derrumbaba, pero aún podía apoyarme en el círculo de confianza que proponía Robert De Niro en “La familia de mi novia”. De más está decir que ustedes ocupaban un lugar, mínimo, pero lugar al fin en ese círculo. Sin embargo, una tarde volviendo de Ocampo, y transportando a Calo, Fer y Ale Soria en mi auto, tuve una triste revelación. Los tres (3) acompañantes se negaban a reconocer su alta responsabilidad en el fracaso de nuestra Argentina. Me pareció especialmente cínico de parte del primero, si recordamos que ayudó a voltear al gobierno de Rodríguez Sáa (“oh, oh, oh, ¡por el orto!”). Pero claro, como en el fútbol, le pega de puntín a la bola y se saca el problema de encima. Los otros dos tampoco admitían que todos (los que están leyendo esto también), son culpables del país que le estamos dejando a nuestros hijos. No alcanza con trabajar, estudiar, ser buen padre, etc. Hay que transmitir, como sea, los valores que pretendemos encarnar. Si no es así, si el mediocre está en el poder, si nos culean de todos los ángulos, es porque fracasamos. Guste o no, esta es la triste realidad, y en esa tarde me dejaron solo con mis verdades.
Poco tiempo más duré en Ocampo con esa mochila encima. Para colmo, empecé a notar signos preocupantes de deterioro físico: Calo me superaba en la carrera,con Ireneo estábamos para protagonizar una revancha boxística en categoría súperpesado, y mis ojos tenían inconvenientes para seguir la trayectoria de los misiles intercontinentales que el comandante denominaba "pases". La lista podría extenderse mucho, pero opto por no herir susceptibilidades, nunca fue mi estilo.
De las pocas alegrías que me seguía deparando el picado de los domingos, tuve que renunciar a una: me parecía desubicadísimo de mi parte seguir teniéndolo de hijo a Ale “seguimos la jugada” Quiroga cuando él mismo está camino a ser padre. Podría generar complejos que prefiero evitar, y soy muy joven para convertirme en abuelo. Del otro disfrute que me ví privado por lesiòn (simulada), fue de los duelos verbales post partido en que siempre superaba a Charly “renguera de perro” Moreno. Era lo único que podía devolverme el buen humor despuès de una derrota aplastante.
Decidí hacerme una ergometría para verificar si el corazón del guerrero estaba en condiciones de seguir en la lucha. Negativo. No llegué ni al hall de la clínica para hacerme el estudio. La cosa pasaba por otro lado, ya no tenía motivación para jugar, no disfrutaba los partidos, el pecho cada tanto dolía un poco.
Como Yoda, decidí el autoexilio en Dagobah, desde donde escribo estas reflexiones.
Estaré presente el domingo 19 de Julio, en el partido del que participará Pedro Moreno (no te peines Bocha, que no salís en la foto. Bah…no te peines…que no hace falta en ninguna circunstancia), para que a su vez sea mi despedida oficial del fútbol. Como todo homenajeado, quisiera elegir la formación de mi equipo para ese día: Diego, Nono, Ale Soria, Loco, Pedro Moreno.
Un fuerte abrazo para todos, mi agradecimiento al Nono por su afecto, al blogger master por la publicación de este artículo y un... “a triunfar, a triunfar, a triunfar” más fuerte que nunca.
Informó…. "EL GRÁFICO….GOOOOOOOLLLLL”
Ante las reiteradas preguntas acerca de las razones de mi ausencia, y queriendo retribuir las merecidas muestras de cariño que recibí últimamente, quiero dar una explicación lo más franca posible de mi alejamiento de las canchas.
El 20 de enero del 2009 fue un durísimo día para la historia contemporánea. Aunque no lo reconozca Clarín (medio por el que empiezo a sentir menos desprecio desde que fue atacado por nuestro ex presidente en funciones), fue el final de la mejor presidencia norteamericana del milenio. W. se iba, Obama llegaba, y algo en mí se quebraba.
Busqué consuelo releyendo las páginas de la GRAN Oriana Fallacci, páginas que reconfortaban mi espíritu en esa hora de prueba pero, como en mi adolescencia, volví a sentirme un "árbol seco”.
Esto empezó a repercutir de manera lapidaria en mi nivel de juego. Todo se derrumbaba, pero aún podía apoyarme en el círculo de confianza que proponía Robert De Niro en “La familia de mi novia”. De más está decir que ustedes ocupaban un lugar, mínimo, pero lugar al fin en ese círculo. Sin embargo, una tarde volviendo de Ocampo, y transportando a Calo, Fer y Ale Soria en mi auto, tuve una triste revelación. Los tres (3) acompañantes se negaban a reconocer su alta responsabilidad en el fracaso de nuestra Argentina. Me pareció especialmente cínico de parte del primero, si recordamos que ayudó a voltear al gobierno de Rodríguez Sáa (“oh, oh, oh, ¡por el orto!”). Pero claro, como en el fútbol, le pega de puntín a la bola y se saca el problema de encima. Los otros dos tampoco admitían que todos (los que están leyendo esto también), son culpables del país que le estamos dejando a nuestros hijos. No alcanza con trabajar, estudiar, ser buen padre, etc. Hay que transmitir, como sea, los valores que pretendemos encarnar. Si no es así, si el mediocre está en el poder, si nos culean de todos los ángulos, es porque fracasamos. Guste o no, esta es la triste realidad, y en esa tarde me dejaron solo con mis verdades.
Poco tiempo más duré en Ocampo con esa mochila encima. Para colmo, empecé a notar signos preocupantes de deterioro físico: Calo me superaba en la carrera,con Ireneo estábamos para protagonizar una revancha boxística en categoría súperpesado, y mis ojos tenían inconvenientes para seguir la trayectoria de los misiles intercontinentales que el comandante denominaba "pases". La lista podría extenderse mucho, pero opto por no herir susceptibilidades, nunca fue mi estilo.
De las pocas alegrías que me seguía deparando el picado de los domingos, tuve que renunciar a una: me parecía desubicadísimo de mi parte seguir teniéndolo de hijo a Ale “seguimos la jugada” Quiroga cuando él mismo está camino a ser padre. Podría generar complejos que prefiero evitar, y soy muy joven para convertirme en abuelo. Del otro disfrute que me ví privado por lesiòn (simulada), fue de los duelos verbales post partido en que siempre superaba a Charly “renguera de perro” Moreno. Era lo único que podía devolverme el buen humor despuès de una derrota aplastante.
Decidí hacerme una ergometría para verificar si el corazón del guerrero estaba en condiciones de seguir en la lucha. Negativo. No llegué ni al hall de la clínica para hacerme el estudio. La cosa pasaba por otro lado, ya no tenía motivación para jugar, no disfrutaba los partidos, el pecho cada tanto dolía un poco.
Como Yoda, decidí el autoexilio en Dagobah, desde donde escribo estas reflexiones.
Estaré presente el domingo 19 de Julio, en el partido del que participará Pedro Moreno (no te peines Bocha, que no salís en la foto. Bah…no te peines…que no hace falta en ninguna circunstancia), para que a su vez sea mi despedida oficial del fútbol. Como todo homenajeado, quisiera elegir la formación de mi equipo para ese día: Diego, Nono, Ale Soria, Loco, Pedro Moreno.
Un fuerte abrazo para todos, mi agradecimiento al Nono por su afecto, al blogger master por la publicación de este artículo y un... “a triunfar, a triunfar, a triunfar” más fuerte que nunca.
Informó…. "EL GRÁFICO….GOOOOOOOLLLLL”
Autor: Diego
