martes, 5 de agosto de 2008

"Deme un 3 de Agosto al precio de 2"

Un nuevo domingo fue testigo de otro esperado encuentro sobre el arenoso verde del estadio de Ocampo. Brillosos gladiadores medían el valor en sus miradas sostenidas, vibrantes y excitadas por los amarillos verdosos, los rojos furiosos y los violetas crepusculares. Una suave brisa convertía un mechón de Jorge en un alegre jopo blanco que flameaba como una bandera blanca en señal de rendición.

¿Qué es lo que hace a la diferencia cuando los equipos son realmente parejos? ¿La explosión de masculinidad? ¿La explosión de mariconeada? ¿Al final quién triunfa, el pase corto o el largo? ¿Quién triunfa cuando triunfa el bien? ¿Y cuando lo hace el mal? Es difícil entender el fútbol y sus aristas cósmicas. Es difícil, además, sumar la compleja e intrincada naturaleza del ser humano, y su necesidad de superarse para superar y dominar a su entorno, y por qué no a los de su misma especie. Algo así es el fútbol sólo que es difícil de explicar mientras se putea al réferi.

A lo nuestro. 3 de Agosto. Equipos parejos. La pelota dio su primer giro pasadas las 19 hs (importante empezar a averiguar quién empieza a hacer tiempo). Chelsea picó en punta. Manchester lo perseguía de cerca. Sin ventajas deportivas Chelsea se alimentó como una hiena hambrienta de los errores de Manchester, por momentos desconcertado, por momentos con ideas futbolísticas bien claras (5 ideas para ser más precisos). Chelsea fue tejiendo una trampa lenta y efectiva sobre su histórico rival sin lujos, ni excesos, hurgando con la cucharita en el fondo del pote de la esencia del fútbol, ahí donde está la parte más rica. Insisto, no hubo enormes diferencias, pero las desinteligencias del Manchester desembocaron en una diferencia de 4 goles en un momento y el desarrollo de un esfuerzo importante para no comerse una goleada tupida y una culeada histórica. En otras palabras, Manchester debió hacer un esfuerzo para lograr lo que debería haber propuesto desde el principio del cotejo: respeto. Chelsea y Manchester tenían todo para proponer un cotejo digno de ser jugado a los pies del olimpo. Alguna pequeña desinteligencia y falta de carácter del Manchester lo redujo a una desordenada derrota contra uno mismo.

Pero el fútbol es raro y mágico, y de una semana a otra y sin venir a cuento, nos devuelve a un Sergio enérgico, concentrado, equilibrado; a un Nando aguerrido y sólido; a un Marcelo felino, plástico; a un Bocha inmenso, el hijo no reconocido de Fred Astaire y Goyeneche; y a un Ale Quiroga.

Vamos al análisis por equipos, que es donde está la razón de todo esto.

Chelsea:

Bocha: Inmenso, enorme, su figura ocupó todo el arco dejando apenas huequitos por donde sólo podían hacerse goles de alta precisión y con pelotas de ping-pong. Se lo vió sufrir ante la posibilidad de centros aéreos quedando bastante claro lo difícil que es atajar con los pies las pelotas aéreas. Usó en reiteradas oportunidades extraños movimientos con los pies de dudosa intención (pero con un swing que te cagas) con el claro objetivo de distraer y generar alguna que otra sonrisa. 8 puntos.

Sergio: Felicitaciones! Después de experimentar y experimentar, podemos decir que encontramos la pastilla justa. Salidas claras, con cabeza levantada. Pases precisos, centros milimétricos, comunicación con el entorno fluida, amable y limitada sólo a lo indispensable. Algún que otro gol de alta factura, boca cerrada y mentón apretado mientras penetraba el aire con autoridad y carácter bien pegado a la banda izquierda a paso veloz y con pelota dominada. Exquisito y efectivo. 9 puntos. Igual nada de esto es creíble frente a la paupérrima estampa que deja como futbolista. Shorts por encima de joggineta gastada. Faja por encima de la camiseta. Gorro de lana, medias por encima de la joggineta como si fuesen polainas, barba de 3 días en la mitad de la cara, de 8 en la otra mitad. Este cronista necesita hacer un pedido de ayuda al Sr. Sergio para que acompañe sus buenas críticas con una presencia digna o de algo semejante a una estampa deportiva. Es difícil imaginar que alguien hace todo lo anteriormente ponderado disfrazado de repartidor de sodas.

Nando: Seguramente tocado en su orgullo por la falta de precisión desarrollada la semana pasada, este multifacético jugador necesitó echar mano de un intenso trabajo en la semana. La necesidad de superarse, la falta de estado en un puesto que no es el suyo desembocaron en la necesidad de entender que se juega mejor cuando se sacan los botines de la caja. Bien. Sólido. De pierna fuerte, multiplicándose por toda la cancha incansablemente en masculinas barridas en “Slow motion”. Sutil, sigiloso, casi la reencarnación de un Ninja de afilados botines que sisilaban el aire, amedrentando delanteros rivales que se rendían ante sus movimientos definitivamente superiores. Buena performance, sobre todo, muy varonil lo cual merece un punto extra y una mención especial. Muy merecido su gol en el partido gritado con dientes y puños apretados, más allá de la calidad técnica de lo que es un puntinazo. Jorge dice que la uña estaba en la pelota, que podés pasar a buscarla cuando quieras. 7,57.

Comandante Cigorraga: Combativo y perseverante, amante de lo nuevo, intenso y elegante, optó por dejar el mando defensivo en manos de otros (Sergio y Nando) visto y considerando que no se iba a repetir esa situación en años, y se mandó bien arriba acompañando a Ale Soria. Le bajó todo lo que le llegaba con toque sutil. A veces su toque es tan sutil que juraría que no la toca, pero su inconfundible sello está presente en cada jugada del Chelsea. Fue un buen acompañante del infalible(¿?) Soria. 6.99 (imperdible!)

Ale Soria: Luchó cada pelota que le cayó cerca con todo lo que tenía a mano. Dueño de un físico privilegiado, desplegó el fútbol físico al que nos tiene acostumbrados (y a la subida en las ventas de ratisalil). Menos quejoso y paranoico que de costumbre logró entender que a veces se choca, a veces hay un poco de exceso de energía en alguna jugada y, sobre todo, entendió que a veces los rivales quieren quitarle la pelota. No tan efectivo como otras veces, tuvo que luchar contra una marca férrea, correosa, por momentos casi pornográfica. Se la bancó como un machote, lo que sumado al brillo de su transpiración y la forma en que se le hincha el pecho (enorme) cuando respira, grabaron en mis pupilas y para la posteridad cómo podría haber sido Hércules si jugase en el Chelsea. 6.99. (quedate con el cambio)

Manchester.

Marcelo. Arrancó bien. Parejito. Comiéndose un par de goles pelotudos pero atajando lo complicado. Por momentos contó con todo el apoyo de una sólida defensa y por momentos se lo apoyó cada uno de los delanteros del Chelsea y la defensa bien gracias te manda saludos. En la segunda media hora se convirtió sin dudas en el héroe de un equipo de gallinas ciegas. Fue decisivo hacia el final tapando con el cuerpo (muy valientemente a mi entender) lo que podía haber sido el 4to o 5to gol de diferencia. Algo de felino y algo de Aquiles; se fue con la sensación de que los demás se podían haber roto el culo aunque mal no sea la mitad de lo que él lo hizo. Por suerte tenés una promoción que por cada 7 días te dan una revancha. 8 (tener a los palos de tu lado te sumó un poco)

Calo: Algo más lento que de costumbre y apabullado por la autocrítica descarnada e injusta por parte de un súper yo algo exigente, amante y fanático del fútbol de Garrincha, hizo lo que pudo para sacar cuanto elemento en movimiento pasaba por el área con resultados bastante desparejos. Si bien perdió algo de ese fútbol agresivo desarrollado en las últimas jornadas, se proyectó bien cuando nadie en su equipo lograba hacerlo en el momento y por la banda adecuada. Lástima que no llegó a casi ninguna y cuando lo hizo le pegó con el perfil equivocado acusando una importante dislexia funcional. Pudo haber sido un gran apoyo en la salida del equipo. Pudo haber sido el elemento sorpresa y desequilibrante. Pero la verdad, no pudo. 5.67

Cha-ly: Siempre se espera más de este jugador tan ecléctico como desparejo. Tuvo una lucha personal con Ale Soria por ver quién era el dueño de la pelota en el área del Chelsea. Tuvo la responsabilidad de ser la salida del equipo y distribuir el juego. Recibió en sus manos el legado de mantener la llama de la pasión y el orgullo del Manchester. Tuvo mucho y al final repartió poco. Intentó organizar 5 planteos futbolísticos dispares con una precisión más que cuestionable. Corrió, le puso garra y corazón y al final lo único que se llevó es una sonrisa pícaramente cariñosa de A. Soria que lo dejó sin sueño toda la noche. 6, 56.

Gonzalo: Partido desparejo. Jugó solo. La pidió y la tuvo aunque nadie recuerda qué hizo con ella. Le clavó un par de bochas al Bocha en un ángulo que no la sacaba ni con zapatos de payaso. Poco desplazamiento, buenos acompañamientos mal agradecidos por Quiroga que sólo terminaron desanimándolo. No faltaron los puntinazos pero esta vez con pólvora vieja o tal vez mojada. No se sabe si lo pasó bien o mal, preocupó que haya preguntado al cronista por el perro. 7

Ale Quiroga: Lo más normal sería decir que estaba fuera de estado y arrastrando una lesión en la espalda lo cual no es una boludez y menos a su edad. Lástima que nada de esto tiene que ver con entenderse o no en la cancha. Con claros problemas de comunicación, Quiroga no recibía la pelota cuando la pedía y cuando se la daban sin que la pidiese ya no la quería. Jugó bastante bien (pese a su pésimo estado físico) y siempre fue fiel a su visión futbolística de que la horizontalidad no es el camino más corto entre dos puntos pero salís bien en las fotos. Habló menos que otras veces pero no lo suficientemente poco. Trató de organizar con órdenes contradictorias entre sí y por no mirar en una esquina se comió un Sergio que venía a gran velocidad cruzando la mitad de la cancha. Por suerte alguien tomó su patente y fue plasmada en la denuncia pertinente. Después y en venganza Quiroga le cobró “mal aliento” en la mitad de la cancha y se fue con la billetera de Sergio a la casa. 6 (si protesta le saco la roja)

En fin, otro domingo que nunca será ni otro ni el mismo. Sólo los protagonistas del día podrán llevar gravado en la memoria lo vivido y lo sentido en cada pelota disputada. Al final, la diferencia fue lo de menos pero suma para la estadística de un Chelsea imparable y de un Manchester que debe trabajar mucho, pero mucho en su espíritu y navegar en sus raíces futbolísticas para encontrar de nuevo su camino futbolístico y su esencia como clú. El Chelsea fue el circunstancial ganador por dos goles de diferencia. EL único ganador: EL fulbo.

Gracias y hasta siempre.

Crónica: Cha-ly