La alineación de los equipos fue decidida con un tradicional “pan y queso” entre el Dr. Sasso y quien suscribe. Debo confesar que, una vez finalizado el ritual, procedí a anotar mentalmente una nueva victoria en mi estadística personal. Lo que sucedió minutos después, y durante una hora, estuvo a distancias siderales de esta errada presunción.
Todo fue para la Azul, a un grado que permitió el lucimiento personal a casi todos sus integrantes. La Orange, en cambio, exhibió un nivel homogéneamente desastroso, pero tuvo la hidalguía de no solicitar jamás el “nonesco” cambio de equipos. Como fuera diagnosticado por uno de los naranjas, esta escuadra se vio envuelta en la más patética desesperación. Laterales que salían por la otra banda, pases que se escabullían por debajo de la suela del botín y voces acaloradas fueron el marco de una actuación que algunos quisiéramos poder olvidar.
Azul y Blanca:
Sasso: Ávido de nuevas sensaciones, y alegando una lesión, se posicionó como arquero. Vistió para la ocasión pantalones largos azules y chomba al tono, auspiciadas por Kevingston. Las desafortunadas definiciones de sus rivales y algunos pelotazos que impactaron en su humanidad le alcanzaron para no desentonar. Lo desparejo del encuentro lo privó de su mayor placer: generar polémica entre los participantes. 5 puntos.
Calo: Su buen desempeño debe ser analizado en el marco de un partido en que el rival prácticamente no se presentó. Queda para el recuerdo un centro aéreo que bajó de cabeza para habilitar a uno de sus delanteros. 6 puntos.
Carlitos: En la previa se manifestó temeroso debido a las ácidas críticas recibidas en alguna presentación anterior. En la medida que ganó confianza volvieron el “la-la-la”, algunos toques de lujo y buenas definiciones. La juvenil pandilla que lo acompañaba remedó impiadosamente a los “players”; se lo sanciona con 20 centésimas menos. 7 puntos.
Bodo: Desmintiendo su singular apodo con hechos (complétense las sílabas que preceden a los dos puntos ortográficos con el sufijo QUE), se reveló como un experimentado jugador. Quitó, distribuyó juego y concretó en el arco contrario. 7,50 puntos.
Ale: Abusó de la mal entendida viveza criolla en momentos en que el partido estaba definido. Hizo algunos goles. 7 puntos.
Naranja:
Nando: Opaco desempeño, agravado por uso excesivo de la oratoria para tratar de revertir el curso de los acontecimientos. Se quitó un par de veces los guantes para jugar, la última…para dar por terminado el partido. 2 puntos.
Charly: No pudo escapar a la mediocridad de su escuadra. Amagó afeitar a Sasso cuando éste pareció esbozar sonrisa ganadora. 4 puntos.
Todo fue para la Azul, a un grado que permitió el lucimiento personal a casi todos sus integrantes. La Orange, en cambio, exhibió un nivel homogéneamente desastroso, pero tuvo la hidalguía de no solicitar jamás el “nonesco” cambio de equipos. Como fuera diagnosticado por uno de los naranjas, esta escuadra se vio envuelta en la más patética desesperación. Laterales que salían por la otra banda, pases que se escabullían por debajo de la suela del botín y voces acaloradas fueron el marco de una actuación que algunos quisiéramos poder olvidar.
Azul y Blanca:
Sasso: Ávido de nuevas sensaciones, y alegando una lesión, se posicionó como arquero. Vistió para la ocasión pantalones largos azules y chomba al tono, auspiciadas por Kevingston. Las desafortunadas definiciones de sus rivales y algunos pelotazos que impactaron en su humanidad le alcanzaron para no desentonar. Lo desparejo del encuentro lo privó de su mayor placer: generar polémica entre los participantes. 5 puntos.
Calo: Su buen desempeño debe ser analizado en el marco de un partido en que el rival prácticamente no se presentó. Queda para el recuerdo un centro aéreo que bajó de cabeza para habilitar a uno de sus delanteros. 6 puntos.
Carlitos: En la previa se manifestó temeroso debido a las ácidas críticas recibidas en alguna presentación anterior. En la medida que ganó confianza volvieron el “la-la-la”, algunos toques de lujo y buenas definiciones. La juvenil pandilla que lo acompañaba remedó impiadosamente a los “players”; se lo sanciona con 20 centésimas menos. 7 puntos.
Bodo: Desmintiendo su singular apodo con hechos (complétense las sílabas que preceden a los dos puntos ortográficos con el sufijo QUE), se reveló como un experimentado jugador. Quitó, distribuyó juego y concretó en el arco contrario. 7,50 puntos.
Ale: Abusó de la mal entendida viveza criolla en momentos en que el partido estaba definido. Hizo algunos goles. 7 puntos.
Naranja:
Nando: Opaco desempeño, agravado por uso excesivo de la oratoria para tratar de revertir el curso de los acontecimientos. Se quitó un par de veces los guantes para jugar, la última…para dar por terminado el partido. 2 puntos.
Charly: No pudo escapar a la mediocridad de su escuadra. Amagó afeitar a Sasso cuando éste pareció esbozar sonrisa ganadora. 4 puntos.
Sergio: Desconcentrado, errático, desconocido. Cuando se lo necesitaba en la defensa se ataba los cordones, cuando se lo requería en ataque sorbía un traguito de agua fuera de los límites de la cancha, cuando se lo buscó después del partido para saludarlo se había ido. ¡Fea la actitud! 2 puntos.
Coco: Hizo lo que pudo, que no fue demasiado. Su amigo Rubén lo había presentado como un jugador con pasta, y no mintió: ravioles, capelletis y tallarines se adivinaban debajo de un vientre prominente. 4 puntos.
Rubén: Supuestamente, el jugador desequilibrante de la Orange. Lamentablemente el desequilibrio fue en perjuicio de su propio equipo. Buscó siempre la jugada más complicada y nunca le salió. Quizás su peor partido. 2 puntos.
En definitiva, match aburrido por falta de equivalencias. Lapidario 9 a 0 en un partido que había terminado mucho antes de que se hicieran las ocho de la noche.
Autor: Mano Negra
