lunes, 8 de septiembre de 2008

"LA COSA SE PUSO SORIA"

Muchas veces he presenciado peleas entre hermanos. Hermanos unidos, hermanos separados, discutiendo mientras se disputaban un trencito, una camiseta de fútbol, una mujer, tal vez, por qué no, el amor deambulante de algún marinero de tupida entrepierna. Pero ayer fui testigo de la caída de una dinastía, el derrumbamiento de un imperio, el fin del emperato, el ocaso de el poder, de la democracia dedócrata de los Soria y sus secuaces. La concentración de poder, el desgaste generado por la discusión de la división del pequeño condado poblado por una piara de disminuidos en alguna de sus facultades, tanto pan y queso a escondidas, digitado y, se rumorea, hasta hecho con zapatos de payaso. Pan duro y roquefort una materia prima sospechosa a la hora de dividir las aguas. Dividir arbitrariamente y desde la impunidad que el universo virtual ofrece a quien sin rostro, maneja los hilos de una extraño complot, donde los que se reparten el poder quedan del mismo lado para dominar a un mundo que naufraga indefectiblemente mar adentro del terror.

Los Soria se enfrentaron. Algunos dicen que desgastados en el poder. Algunos otros, sostienen que es una maniobra distractiva para acumular mucho, mucho, muuuuuuuuuucho más poder. Revisé el tape de seguridad y debo decir que no hay nada extraño en él, tal vez por la pésima calidad de las imágenes, tal vez porque enfocaban a los pies del Bocha todo el partido.

Los Soria se enfrentaron, se desafiaron y se desairaron ante la atónita mirada del pueblo. Fernando elevaba el tono de su discurso mientras su voz perdía todo rasgo de masculinidad mientras juntaba los guantes y dejaba plantado a su pueblo, ese que lo banca a pesar de todo. Y es ahí cuando todos apuntaron contra todos, nerviosos, ávidos de ver la sangre del culpable en sus manos, en el pasto y, por que no, hasta en la frente del (extrañamente?) ausente “capucha nevada” Jorge. Dónde estaban en ese tenso momento los consejos del cardenal Benítez ampliamente reconocido por el manejo de titiritero que ejerce desde las sombras con sus consejos bipolares? Por alguna razón, el médico de palacio el Dr. Sasso (41) osó en señalarme con el mismo índice que se mete en la nariz cuando lee a Nietzsche o con el que se hurga el ano cuando ve animal planet. Por qué me señaló como un conspirador o, mejor dicho, como “él” conspirador? Sabemos que el Dr (41) tiene acceso a las habitaciones de los Soria, con la excusa de que es el médico, a pesar de que la guardia afirma escuchar detrás de la pesada puerta sonidos parecidos a los de un becerro pariendo. Sasso, el gran conspirador, la enorme rata blanca de alma negra., me señaló (con ese dedito de poronga) como el aporte fundamental a la caída de los Soria. Otro que osó señalarme como artífice de tamaña debacle, fue el Sergio, el secretario personal, albacea y soplapollas del cardenal Benítez. Por todos son conocidas sus artes mágicas y el manejo de las palabras que hurgan el subconsciente sacando lo peor de nosotros mismos. El trabajo es de hormiga, lento y encubierto bajo la máscara amable de un alma perdida en los laberintos psicodélicos de la farmacología. Pero, el odio se lleva en la sangre igual que el mal gusto, y la máscara se le desprendió en cada grito de gol frente al arco rival. Cómo se puede gritar un gol de esa manera y con un gorrito de lana en la cabeza? Se dan cuanta la provocación? Qué sigue, te hago un sombrerito con una sotana o te hago un caño vestido de astronauta? Sergio mueve los hilos invisibles de una conspiración sin precedentes. Sergio es el diablo. Sergio no está bien y acusa a otros de manejar lo que él mismo maneja desde un país colorido y todo copaaaaadoooooo.

Dos hermanos, un destino, un pan y queso que nunca fue, camisetas desaparecidas, miradas cruzadas en un intento por manejar el destino de un puñado de valientes acobardados ante la posibilidad de seguir sin un líder, en este caso dos.
Dos hermanos que decidieron una tarde separarse, para reencontrarse en su más tierna infancia.


Desde la redacción del olé me el orto
Cha-ly