“Prometeo nunca dijo cómo se roba el fuego”
Juan Gelman
Juan Gelman
Es así, Sergio, un doparti atípico en un domingo
agradable que encontró a 10 miembros alentados por una misma pasión. Según mi
visión, entre Quiroga y Nando armaron la despareja elección de los equipos. Sí,
es cierto: no tan despareja como pintaba a priori. Usted contento con esa marea
roja de pe a pa, ¿verdad?
Sí,
los azules con Nando, los hermanos macana, digo, los hermanos Márquez, Camilo y
Quiroga. Por el otro coté al Nono con usted, Pedrito, Ariel y Rodrigo.
¿Cómo?
Sí, imparable nuestro Pedro, pero espere. Vayamos paso a paso. No olvide que el
inicio, durante 10 o 12 minutos fue equilibrado. Un golcito para cada escuadra,
uno que desnivelaba y llegaba la paridad. No obstante, el sentido de equidad
estaba sellado. Claro, como un sube y baja, ¿vio? De ahí en más asistimos a la
faena de un equipo que supo plantarse, jugar con precisión, defenderse, abrir
el juego y definir. Casi nada. Un lujo para estos tiempos, don Boggio. ¿Qué
dice? Ah, usted dijo que Pedrito está tomando Berocca plus. ¿Es eso? Ya le
pidió la receta. Bien. Otro que distrae a cada rato. Estaba comentando que la
marea roja se hizo sentir a lo largo de los 60 minutos. Rescatamos muchos momentos
de alta gama en el juego colectivo, con golazos de Rodri, paredes a todo trapo
entre los 5 integrantes con un gol antológico. No, ya no recuerdo quien la
mandó a guardar. Eso es lo de menos. Y claro, una escuadra azulada que sintió
el impacto moral y, pese a la sustancial diferencia de conjunto, nunca supo
resolver sus elocuentes falencias.
Mire,
a Nando le tocó bailar la peor durante todo el partido. Sí, tuvo su distracción
en una salida, pero también destacamos tapadas de primer nivel. Nivel Premium
para usted. Una fue de otros tiempos, con maestría y muestra de reflejos.
El
tema fue que los azulados estaban partidos en la concepción de juego. No hubo
integración de conjunto. Apenas un salpicado de intentos individuales. Sí,
claro, vale la pena mencionar la entrega incondicional de Quiroga ante los
atónitos hermanos Márquez, que estuvieron por debajo de las expectativas.
Tampoco encontró su lugar nuestro Camilo, aunque no desentonó. Las brechas
abiertas en defensa eran colosales y el banquete estuvo servido para la
destacada tarea de los otros. Vale la pena decir que, a su vez, los rojos
rindieron por encima de esas expectativas, con lujos y capacidad creativa en
todas sus líneas. El Nono inspirado, al igual que usted y Ariel. Nuestro pibe
maravilla con todo el espacio para lanzar sus diabluras y el renovado Pedro en
una actuación memorable, con varias llegadas al gol. Sacudió de lo lindo desde
su lateral derecho y se atrevió en una peinadita, poniéndola junto al palo.
Usted dijo que fue la tarde de Pedro, pero el cronista responderá que fue la
tarde de la marea roja.
No,
vea, en esta ocasión no habrá ni puntaje ni reseña individual. Lo dejaremos
para otra ocasión.
Sí,
breve y al grano, Sergio. En verdad debimos de cambiar alguna pieza en la
segunda mitad y renovar el estímulo. ¿Cómo? Ah, sí, Maxi dijo que ya no era
divertido. Ya no importa si la diferencia llegó a la decena o la docena. La
disparidad fue protagonista y, para colmo, el universo conspiró para que esa
distancia fuese insuperable antes de promediar el juego.
Ajá,
tiene razón, en una oportunidad un equipo llevaba 8 goles de ventaja y los
otros la redujeron a dos. Es verdad. Bue, pero no fue el caso, y el interés
mermó unos cuantos minutos antes de sonar la chicharra de don George.
Ya
que insiste, le ponemos a los rojos un 8 y le otorgamos el Premio Chamigo.
Está
bien, usted se lo otorga a nuestro Pedro.
Vayamos
a las recomendaciones:
Cine:
“El hombre de Londres” de Bela Tarr. ¿Vio don Boggio? Hasta en la crónica se lo
nombrará al húngaro.
Libro:
“Hoy” de Juan Gelman. Y de paso le rendimos homenaje al epígrafe. Me alegro que
le haya gustado.
Música:
Está bien. Se lo dejo a usted. ¿Cómo dijo? “Los más grandes éxitos de Leonardo
Favio”. No le entendí muy bien , pero el muchacho de la clase ’58 empezó a
cantar Ella…ella ya me olvidó, yo la recuerdo ahora. Se emociona y sigue con La
conocí en el Parque, luego entona su copa de tinto y agrega El niño y el
canario, Hola che, Lo mismo que tu, Fuiste mía un verano y al tipo se le
piantaron lagrimones para finiquitar con Ni el clavel ni la rosa y Quiero
aprender de memoria.
Confieso
que me retiré del Bar y el susodicho siguió a capela con el gallego que nos
atendió.
El
cronista se retiró en silencio y asombrado.
Autor:
Nono.