He aquí el nacimiento de la epopeya, el resurgimiento del Ave Fénix y el atrevimiento ante lo imposible. A escasos 2 o 3 minutos del final del cotejo, la cosa estaba sentenciada. Los Azules, de mejor desempeño global, controlaban una segura victoria por 2 tantos de diferencia que no se estiraron, en parte, por propia impericia. Cuando uno menos lo esperaba, y a pleno empuje anímico, el descuento de los Rojos llegó acompañado por la milagrosa voz de fondo de nuestro Sergio Boggio con su desesperado y utópico reclamo de: ¡Vamos por uno más!
Es que el hombre vive de esperanzas.
El cronista sospecha que ni los Azules podían tomar en serio la bravuconada del sujeto. Sin embargo, un pase del golero rojo habilitó a Sergio quien, en un pase maestro, con dos hombres encima de su marca, habilitó a Quiroga solo ante la asombrosa mirada del golero azul (en ese momento Sebastián) y se llegó al empate con ribetes de profecía auto-cumplida.
¡Vamos por uno más!, insistió el hombre de la pastilla azul, aunque teñida de rojo en esta oportunidad.
Quedaban segundos por jugarse y en una desafortunada salida desde el arco azul, unido al anticipo de Quiroga con habilitación al hombre de fe, quien en soledad se confrontó al atónito golero coreano, decretó la insólita victoria de los Rojos por la mínima diferencia.
Al unísono llegó el gol con el sonido de la chicharra de nuestro Jorge.
Claro, luego hubo un extendido tercer tiempo en el cual no se lo podía sujetar al jugador mencionado tanto en el aspecto corporal como en su verborragia.
Convengamos que hubo todo un partido de 60 minutos con el flamante estreno de la Jabulami (¿es ése el nombre?), pelota tributada al Mundial que estamos empezando a presenciar.
Usted se preguntará por la incidencia del balón en el juego. Le digo que es un balón de…bue, digamos que es un balón muuuy liviano. Incidió y mucho. Con esto quiero decir que el doparti, en cuanto a su nivel, dejó muchísimo que desear.
Los equipos no fueron equilibrados en su elección, aunque los Azules no tenían arquero fijo. Por allí pasaron con muy buen tino Ale S y Carlitos. No así la liebre coreana.
Estábamos en presencia de una bola saltarina que a todos los desequilibró.
Era evidente la dificultad para retener, para pasar y para controlar.
También lo sufrieron los goleros.
La cuestión empezó con ventaja para los rojos por 2 goles, la cual fue rápidamente descontada y luego superada por el juego Azul que, por ráfagas, amenazaba a través de su contundencia. Los rojos se iban perdiendo en la cancha, Sergio no encontraba su lugar en el mundo y hasta marcaba con esmero a su propia sombra. Quiroga hacía lo que podía ante la ausencia de delantero y Martín sostenía el fondo del equipo con el Nono y Calo.
En los Azules hubo un caudal de juego irregular, pero con ventaja sostenida.
Fueron superiores, llegaron muchísimas veces, pero como dijo el Diego, si no vacunás a tiempo, terminás pagándolo. Fue el caso…
Destaco dos joyas: un gol de sombrerito de Carlitos (muy lindo lo suyo) y la mencionada triangulación entre Nono, Sergio y Quiroga para un gol que fue un punto de inflexión en el desarrollo del cotejo.
Éste fue interrumpido un par de minutos al quedar colgada la pelota sobre las redes cercanas al techo de zinc.
Destacamos la entrega de cada uno, pero el nivel de juego, muchachos, lo dejamos pendiente para la próxima ocasión.
He aquí los puntajes:
Es que el hombre vive de esperanzas.
El cronista sospecha que ni los Azules podían tomar en serio la bravuconada del sujeto. Sin embargo, un pase del golero rojo habilitó a Sergio quien, en un pase maestro, con dos hombres encima de su marca, habilitó a Quiroga solo ante la asombrosa mirada del golero azul (en ese momento Sebastián) y se llegó al empate con ribetes de profecía auto-cumplida.
¡Vamos por uno más!, insistió el hombre de la pastilla azul, aunque teñida de rojo en esta oportunidad.
Quedaban segundos por jugarse y en una desafortunada salida desde el arco azul, unido al anticipo de Quiroga con habilitación al hombre de fe, quien en soledad se confrontó al atónito golero coreano, decretó la insólita victoria de los Rojos por la mínima diferencia.
Al unísono llegó el gol con el sonido de la chicharra de nuestro Jorge.
Claro, luego hubo un extendido tercer tiempo en el cual no se lo podía sujetar al jugador mencionado tanto en el aspecto corporal como en su verborragia.
Convengamos que hubo todo un partido de 60 minutos con el flamante estreno de la Jabulami (¿es ése el nombre?), pelota tributada al Mundial que estamos empezando a presenciar.
Usted se preguntará por la incidencia del balón en el juego. Le digo que es un balón de…bue, digamos que es un balón muuuy liviano. Incidió y mucho. Con esto quiero decir que el doparti, en cuanto a su nivel, dejó muchísimo que desear.
Los equipos no fueron equilibrados en su elección, aunque los Azules no tenían arquero fijo. Por allí pasaron con muy buen tino Ale S y Carlitos. No así la liebre coreana.
Estábamos en presencia de una bola saltarina que a todos los desequilibró.
Era evidente la dificultad para retener, para pasar y para controlar.
También lo sufrieron los goleros.
La cuestión empezó con ventaja para los rojos por 2 goles, la cual fue rápidamente descontada y luego superada por el juego Azul que, por ráfagas, amenazaba a través de su contundencia. Los rojos se iban perdiendo en la cancha, Sergio no encontraba su lugar en el mundo y hasta marcaba con esmero a su propia sombra. Quiroga hacía lo que podía ante la ausencia de delantero y Martín sostenía el fondo del equipo con el Nono y Calo.
En los Azules hubo un caudal de juego irregular, pero con ventaja sostenida.
Fueron superiores, llegaron muchísimas veces, pero como dijo el Diego, si no vacunás a tiempo, terminás pagándolo. Fue el caso…
Destaco dos joyas: un gol de sombrerito de Carlitos (muy lindo lo suyo) y la mencionada triangulación entre Nono, Sergio y Quiroga para un gol que fue un punto de inflexión en el desarrollo del cotejo.
Éste fue interrumpido un par de minutos al quedar colgada la pelota sobre las redes cercanas al techo de zinc.
Destacamos la entrega de cada uno, pero el nivel de juego, muchachos, lo dejamos pendiente para la próxima ocasión.
He aquí los puntajes:
Azules:
Carlitos: Ventilete fue sólido bajo los 3 palos, pero la liviandad del balón hizo mella en su irregular juego. Destacamos su golazo.6, 70 puntos.
Ale S: El Premio Chamigo (o Chamiguito, acorde a lo visto en el juego). Muy bien en el arco y desequilibrante como delantero. No le perdonamos la pérdida de un gol sin arquero que puso en un palo y no concretó al no seguir la jugada. Hubiese sido decisiva su concreción a pocos minutos del final y con 2 goles de ventaja. De todos modos, lo destacamos.7, 50 puntos.
Sebastián: Siempre me cuesta describir y calificar a esta liebre. Su actuación fue regular, es decir, de bajo nivel al salir y de menor calibre como golero. La bola lo enloqueció.5 puntos.
Cha-ly: En este caso también hubo regularidad de juego, pero fue parejo su nivel y con movilidad constante para lanzarse y marcar a los contrarios. Me pregunto el motivo por el cual casi no le habla a Sergio, cuando conoce la influencia decisiva en su estado anímico. Bueno lo suyo, Moreno.
7 puntos.
Loco Smith: Nuevo show del chillón. Otra víctima del balón. No obstante, a la hora de definir, estuvo acertado. La pelota se le escurría y se le iba en forma constante. Siempre alternó una de cal y otra de arena.6, 80 puntos.
Rojos:
Nono: Lo cascotearon de lo lindo y tuvo reflejos en varios mano a mano. Se mandó una linda cagadita en un tiro libre indirecto que terminó habilitando a Ale S. Con Martín armaba la salida del equipo.6, 80 puntos.
Calo: La saeta defendió como pudo y no la complicó. Eso sí: cuando se mandó al ataque, se perdió un gol casi hecho y la pifió de cuerpo entero en otra ocasión. Gran entrega física.6, 20 puntos.
Sergio: Diría que fue inclasificable, al igual que su estado emocional. Nunca encontró la posición, pero su rendimiento fue de menor a mayor. El jovato bipolar pasó del bajón a la euforia en un segundo, es decir, ante la concreción de un gol labrado por el Comandante. Alentamos esa insólita puesta en acto de su ciega fe.6, 80 puntos.
Martín: Comandante de juego sobrio, bien parado, muy atento y sin rifarla. Buena faena defensiva.7, 20 puntos.
Quiroga: También enloqueció ante una bola más cercana al Basquetball que al fulbo. Puso todo y más ante un equipo ausente de definidores. Supo robar balones, cuidarla e intentar el pase preciso al compañero más desmarcado. Notable entrega y también fue de lo mejorcito en un nivel bastante chato.7, 40 puntos.
Queridos muchachos, regresaremos al balón habitual.
La intención del Comandante ha sido encomiable, pero los resultados saltaron a la vista.
Sólo destacamos la antológica reacción emocional de Sergio y la consustanciación del primer milagro en Ocampo.
Se agradece la disposición de nuestro Jorge, quien notó dolorido al golero rojo tras rechazar al corner un shot furtivo del Loco y le arrimó un par de guantes.
Mejores vientos para el próximo domingo.
¡Y avanti la celeste y blanca ante los coreanos!
Las recomendaciones:
Peli: “Carancho”
Libro: “Cuando leas esta carta” de Vlady Kociancich.
Música: Un blusero con armónica llamado James Cotton.
Fuerte abrazo a todos.
¡Uno especial dedicado al flamante padre llamado Nando!
Autor: Nono